La muerte viene al encuentro

Prescott ha perdido a su esposa e hijo en una catástrofe de ferrocarril. De Los Angeles parte un tren con la esposa del vicepresidente de los Estados Unidos. En dirección a Los Angeles parte otro tren desde San Francisco, en el que viaja Prescott de polizón. En la central se observa que los dos trenes chocarán irremediablemente. Nada se puede hacer, pues la computadora no puede programarse. Snyder, jefe de la sección, decide que se construya una via paralela para evitar la colisión. Faltan 46 minutos para el impacto. Prescott, que culpa a la Compañía de Ferrocarriles de su desgracia, controla la máquina en la que viaja.